Un domingo esperando a que la comida termine de
hacerse, y tienes hambre… Pues prepara un aperitivo. Abre una cervecita y
acompáñala de un riquísimo pan de ajo super rápido y resultón.
INGREDIENTES
- 6 rebanadas de una barra de pan normal.
- 3-4 ajos.
- Una cucharada de orégano seco.
- Un chorrito de aceite de oliva.
PREPARACIÓN
- Cortar unas rebanadas de una barra de pan.
- Pelar los ajos y ponerlos en un mortero junto con el aceite y el orégano y majarlo (o mezclarlo todo deshaciendo los ajos con el palito del mortero).
- Con la ayuda de una brocha de cocina, o una cuchara, extender la mezcla por las rebanadas de pan, si se puede, por ambos lados.
- Con el horno precalentado, poner las rebanadas en la bandeja y colocarlo en la parte más alta a unos 180º durante unos minutos para que el pan se tueste.
- Sacarlos cuando estén dorados y degustar aún calientes.
COSITAS
- Se pueden usar el tipo de pan que más guste. Bien sea del día, o del anterior.
- A mí me gusta cortar las rodajas de pan algo gorditas y al bies, en diagonal, de forma biselada… como cada cual lo llame. La cuestión es que quedan pedazos un poco más alargados y a mi personalmente me gusta más el resultado.
- Se pueden hacer al horno, o en una sartén. La verdad es que el mejor resultado, es el del horno, pero a veces encenderlo para 3 minutos que vas a meter el pan, puede dar pereza. Por eso, y por si no se tiene horno, pues con poner una sartén al fuego medio-alto y dejarlos hasta que se doren por ambos lados, será suficiente.
- Me gusta pringar bien con los trocitos de ajo más grandes, la parte que quedará por encima, y con el resto, untarlo por la parte de abajo.
- Lo principal es que la parte con más trocitos, quede arriba a la hora de servirlo y de comerlo, porque será más fácil. Además, si se le ponen demasiados restos en la parte de abajo, se despegarán y se quedarán en el plato.
Uhm, es súper sencillo y queda un resultado
estupendo, no tardas nada, y lo mejor es que se hace muy rápido, y esto
acompañado de un vinito, un refresco o una cerveza, no dura nada en el plato,
porque al primer mordisco… ¡Jo qué rico!
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