Cuando la gente te mete una idea en la cabeza, y
vas con unas sensaciones preconcebidas, nunca disfrutarás de las cosas como si
te las encuentras de sorpresa. Esto pasa con una película, con un libro, con
una historia, con una canción, y también por supuesto, con la comida.
Si desde niño te dicen que la coliflor huele a
p*do, siempre asociarás en la cabeza,
que tiene que ser algo desagradable. Si desde niño te enseñan que cada vegetal,
cada fruta y cada alimento tiene un sabor diferente, puedes convertir en un
juego aquello de diferenciar texturas y sabores por ejemplo, con los ojos
tapados.